martes, 23 de diciembre de 2014

Balance del año

Por preferir, prefiero escribir. Escribir me hace libre. 
Prefiero el café bien caliente y con mucha espuma, el vino blanco y los labios rojos. Las cosas claras, el chocolate espeso y el dinero, en la cartera. 

¡Que sí! que somos jóvenes y que todo se pasa mejor ahora, las resacas, los constipados y los desamores. Ahora que se acaba el año y que toca hacer balance me doy cuenta. Siempre recuerdo lo bueno: las risas, las mejores noches, los viajes, las tardes de peli, los encuentros... Por que para lo malo siempre hay tiempo y siempre, siempre llega. Este año he aprendido que hay que disfrutar el momento, cada momento, compartir tu vida con quieres, no dejar para después lo que puedas hacer ahora, dar cada beso como si fuera el último, porque no sabes cual puede ser. He aprendido que lo importante es luchar por lo que crees y que al final, todo esfuerzo tiene su recompensa. Al final, el invierno siempre llega y con él las cosas se enfrían. 

Empecé el 2014 feliz, levantándome a las 4 de la tarde y con la nariz medio rota. Durante el resto del año me he caído unas 150 veces, me he hecho 30 moratones y he tropezado 5 ó 6 veces al día. He acabado una media de 40 pilots, 3 paquetes de 500 folios y unos cuantos subrayadores amarillos. También me he olvidado 6 de cada 4 cumpleaños. El verano me lo he pasado entre la playa y la montaña, cervezas, amor, mucho amor y risas. El otoño ha sido muy largo, entre biblioteca y clases, entre la universidad y lo poco que he podido venir a casa, y ahora que ha llegado el invierno, las cosas se han vuelto más frágiles. 
A pesar de todo, ha sido un año estupendo. Para el año que se avecina pido a mis pies que se estabilicen, a mi cabeza que no se olvide de todo, y a los problemas que ¡ por favor ! se puedan solucionar con pizza y Estrella Galicia. 

Que tenga lo que tenga que ser. 


Con amor. 



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