Todos
nacemos con una mochila en la espalda que vamos llenando a lo largo de la vida.
Somos parte de un todo y cada uno debe aprender a vivir con lo suyo, a
defenderse. Nacemos en un mundo lleno de sonrisas, de días malos, de felicidad,
de tristeza, de bondad, de maldad, un mundo lleno de todo.
He
tenido la suerte, la suerte de verdad, de haber nacido en una familia como la
mía. He tenido suerte de rodearme de gente que me quiere, he tenido suerte de
tener amigos que están conmigo aunque no estén a mi lado físicamente, he tenido
la suerte de que me han querido como pocas veces se quiere a alguien. He tenido
la suerte de poder compartir más de la mitad de mi vida con mi abuelo –
trabajador incansable – he tenido suerte de tener una familia que me ha apoyado,
siempre, en todo. He tenido la suerte de caerme para aprender a levantarme. He
tenido la suerte de conocer el amor. He tenido la suerte de enamorarme. He
tenido la suerte de que me rompan el corazón.
He tenido mucha suerte.
Mi
mochila está llena de cosas buenas, a pesar de eso, hay días en las que solo
veo las malas. Hay etapas que cuestan. Con veinte años puedo decir he llorado
mucho, pero también me he reído tanto que me han dado agujetas en la barriga.
Creerme cuando os digo que he conocido lo que es el dolor, y cuando os diga que
he conocido la más absoluta felicidad. Por todo, y por mucho más que eso, soy
como soy y lo intento ser siempre. Alegre, insegura, fuerte, noble, cariñosa,
sensible, llorona, optimista…
No hay comentarios:
Publicar un comentario