lunes, 20 de agosto de 2018

LO QUE NUNCA NOS ENSEÑARON


Nos enseñaron que había una serie de normas que debíamos cumplir y un pensamiento que debíamos seguir para ser normales, estables, parte del grupo.  Que las cosas se medían con una regla, escuadra y cartabón; para encontrar la respuesta solo teníamos que saber realizar la suma correcta y nos enseñaron a sumar. 

Midieron mis conocimientos y actitudes en una escala que iba del 1 al 10, y me dijeron que para tener éxito era imprescindible saber los ríos de Europa, que la Vía Láctea algún día colisionará con Andrómeda y tener claro lo que quería ser de mayor.

Me enseñaron que mi familia eran aquellas personas que me hacían dibujar en un folio, obviando que cuando creces dibujarías otras personas en ese mismo lugar. Me enseñaron que debía cumplir una serie de normas, no me preguntaron si me parecían bien. También me dijeron que una persona, un ser humano, un ser racional, necesita dormir una media de 8 horas diarias y yo nunca he cumplido esa pauta; por lo que crecí dudando en mí. 

Me enseñaron que la historia ha de contarse con un orden cronológico, lineal. Me enseñaron a sentarme de manera correcta, la espalda apoyada y los pies en el suelo, no cruces las piernas, los codos no se ponen encima de la mesa. Me enseñaron que el tenedor se coge con la mano izquierda y el cuchillo con la derecha y yo sólo sé cortar con la mano izquierda. Otra vez dudas. Lo natural no es aquello que dictan los impulsos, sino aquello que es considerado normal.

No tuve ningún profe que me enseñara que todo eso no me iba a servir de nada si lo que quería y esperaba de mi vida era vivir de verdad. Libre. Pura. Mía. Real.

No me dijeron que a veces las heridas no se curan  poniendo una tirita, que se pueden curar tomando una caña con tus amigos, que para resolver algunos problemas, no me iba a hacer falta regla, ni escuadra, ni cartabón.

Nadie me explicó, que la electricidad y la energía también la iba a poder tocar en un cuerpo físico, que encima habla, camina, sonríe. A veces, incluso se enfada.
No había una parte en el temario en el que me explicaran que mi historia se iba a medir por las veces que he llorado de la risa, por aquellas en las que he sentido que se me desgarraba el alma y por todas aquellas en las que he sentido la felicidad más plena, auténtica y real.

Seguramente, estaba hablando con la compañera de al lado cuando explicaron que un corazón que late no siempre es un corazón que está vivo, y que un corazón vivo puede pararse cuando alguien te mira y te dice que su persona eres tú.

Tampoco cogí apuntes el día que el profesor explicó que si me perdía un amanecer con mis amigos porque tenía que dormir ocho horas es porque soy gilipollas y que tu familia no son solo tus padres, sino que también lo son esas personas que  recorrerían medio mundo por ti.  Y que la dirección de mi casa no era solo la que ponía en la agenda, sino que mi casa es cualquier lugar en el que esté mi gente.

Así que no tenían razón, la respuesta correcta no siempre se encuentra sumando, no siempre uno más uno son dos, ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos, ni las cosas son siempre lo que parecen.

Me pregunto si realmente creían que íbamos a cumplir las normas, que íbamos a dejar de pasar por un camino porque un cartel nos decía que no lo hiciésemos o dejaríamos de subirnos a los tejados porque se supone que un ser racional no debe hacerlo. Se olvidaron de decirnos que quien quieres ser de mayor es quien quieres ser en cada momento de tu vida.

Y no nos dijeron que el mundo no es un círculo cerrado, sino que se rige por las mil formas abiertas en las que puedes vivir.

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